Rawson, Argentina.
Un fisgón en la trastienda
Cuando cierro mis ojos
tu vuelo se acerca y me convida
ya sabe lo que soy
o lo que queda de mí
después de tanta fiesta
ensangrentada
de tanto pasillo silencioso
sólo roto por el berrido
tribal de mis dolores
igual
tu vuelo me conduce
a otra forma de batalla
más cerca de la espuma
de mis golpes vírgenes de rostros
sobre un paraíso que detenga el tiempo
en un solo acto y filtre el aire
o la luz
o la imagen de ese
fisgón en la trastienda
Pero ya no importa
ha comenzado a relajar
el huracán de mis temores
tu vuelo me contiene
me abriga...
Ustedes podrán hallarme lejos
donde el hierro no alcance
La Siringa del Afilador
Enhiesto el sol
recuerda al héroe de Lepanto
aquél que encuentra su piel
bajo las torres del encierro
pero también alumbra
los labios de estos suelos
y su increíble poema de distancias
su gesta olvidada...
sus voces huecas
su dolor sobre la calle
El grito de la siringa que denuncia
el afilador boca en mano trashumante
Las razones de un arte
para que tu carne pierda el desamparo
de aquellos años de sed
A veces
un tajo a tiempo
nos descubre otra realidad
Como tacto de mujer
Aquí donde todo fue barrido
dónde el viento entregó con furia
su cansancio
donde la esquina de los héroes
fue lavada con vinagre / con acero
y con grandes cantidades de silencio
yo vengo a encontrar la primavera
a soñar con el jugo de tus venas
entre bombas/ entre humo/ entre escombros
con los ojos enrojecidos
de tanto lamer grietas de mi mundo
yo quiero esconderme entre
tus piernas
dejar mi lugar en la vanguardia
y saciar mi piel en tu desierto